Con la cabecera de este nuevo blog rendimos homenaje a un par de infructuosos y visionarios proyectos arquitectónicos que se han perdido en el olvido.
Algo ya habitual en un país y una ciudad sin ambición donde desgraciadamente desde hace demasiado tiempo siempre se piensa en pequeño.
Algo ya habitual en un país y una ciudad sin ambición donde desgraciadamente desde hace demasiado tiempo siempre se piensa en pequeño.
Poca gente sabe que en Madrid se intentó instalar una inverosimil propuesta, mucho más arriesgada que la Torre Eiffel y por supuesto, muchísimo menos conocida: La construcción de otra especie de Torre que se hubiera convertido en el mayor edificio del mundo, ganando por goleada al símbolo francés.
En primer lugar, hablemos de Alberto de Palacio un arquitecto que cambiaría la fisionomía de Madrid con la edificación de infinidad de construcciones capitales en la historia de Madrid, como la Estación de Atocha, el Palacio de Cristal o la sede del Banco de España. Un reconocido arquitecto que cambió la imagen del Madrid de principios de siglo XX y que aún la hubiera cambiado más de haberse hecho realidad su más increible proyecto.
Remontémonos a los años previos al 1892. España seguía siendo uno de los países que aún conservaba colonias en territorios americanos (hasta 1898 no se pierden Cuba, Puerto Rico y Filipinas). Se quería que Madrid no perdiera su carácter de metrópoli, y que esta circunstancia fuera algo de lo que enorgullecerse. Además, en ese año 1892 se celebraba elcuarto centenario del Descubrimiento de América por Cristóbal Colón, y se pretendía construir algo nuevo, un monumento que recordara este hecho pero se convirtiera a su vez en un icono de Madrid e incluso del país.
Por otra parte, en 1893 se celebraría la Exposición Universal de Chicago con el tema del cuarto centenario del Descubrimiento de América, y se quería construir en la ciudad estadounidense una torre que sirviera de símbolo del evento.
Cómo en la mayoría de Exposiciones hubo un concurso arquitectónico internacional, que se convocó en el año 1891, y entre otros, se presentó un arquitecto español. El mismo, discípulo de Gustave Eiffel, se llamaba Alberto de Palacio y Elissague, y su fama en Madrid era más que merecida al haber participado en obras como las del Palacio de Velázquez del Parque del Retiro (1883), la sede del Banco de España (1884-1891), el Palacio de Cristal (1887), e incluso la estación de Atocha (1888-1892). Por este motivo, no extrañó en la capital que Alberto de Palacio se llevara el primer premio.
El proyecto de Alberto Palacio ganó el primer premio… sin embargo, nunca llegó a construirse en Chicago. Se quedó en un proyecto de proporciones excesivamente utópicas que señalaba lo que el hombre era capaz de imaginar, pero poco más…
Es por lo que el arquitecto decidió para presentar su proyecto en Madrid,
Alberto de Palacio y Elissague no se rindió y realizó una segunda versión, con algunos cambios, de su gran Torre con el objetivo de presentarlo en Madrid, aprovechando la ocasión del centenario del Descubrimiento.
Este arquitecto ya era por aquel entonces muy reconocido y respetado. Sus construcciones habían comenzado a despuntar, y en un primer momento se vió con buenos ojos el proyecto de esta monumental torre. Se trataría de un monumento dedicado a Colón, y se situaría en el Parque del Retiro, cerca de donde unos años antes (1887) ya había construido el Palacio de Cristal, inspirado en el Crystal Palace de Londres y el Palacio de Velazquez.
La Torre era un Monumento a Colón y conmemoraría el cuarto centenario de aquel lejano 1492, Alberto de Palacio había ideado un portento lleno de metáforas del descubrimiento: La construcción representaba el planeta, con los continentes y océanos representados en su superficie.
Su proyecto consistía en una gran esfera metálica de 200 metros de diámetro, apoyada en una peana de hormigón armado reforzado con hierro, de 100 metros de altura. Con un total de 300 metros igualaba en altura a la Torre Eiffel, en aquel momento la construcción más alta del mundo.. Sin embargo rematando la esfera se pensaba ubicar una reproducción de la carabela Santa María, con Colón y su tripulación a bordo, con lo que finalmente superaba en altura al monumento parisino.
La esfera ocupaba un descomunal volumen de 4.180.000 metros cúbicos, y una superficie de 125.000 metros cuadrados, En la base de todo este monumento, en la entrada por el pedestal, se situaría una estatua ciclópea de Cristóbal Colón, acompañada de otros grupos escultóricos relacionados con el Descubrimiento, y todo este entorno rodeado todo por amplios jardines.
La línea del ecuador sería una pasarela de 700 metros de recorrido y 14 metros de ancho, y se utilizaría como mirador. Sería por tanto accesible al público, que también encontraría en el interior del globo un teatro, restaurantes, observatorios y colegios astronómicos, museos zoológicos, botánicos y arqueológicos del mundo español y americano, bibliotecas colombinas, salas de reuniones y de conferencias para congresos, salones de música, una iglesia y un hotel. Se había planeado incluso la recreación, sobre todas las salas anteriores, de la bóveda celeste de las Islas Bahamas el 12 de octubre de 1492, fecha en que se había llegado a “las Indias”.
Sin embargo a pesar de la magnitud del ambicioso proyecto, este jamás llegaría a realizarse, en parte debido al alto coste de su construcción,
El final del siglo XIX, como sucede normalmente en nuestro país, no fue una buena época para pensar a lo grande, ni levantar construcciónes visionarias. Los tiempos felices en los que fuimos una potencia económica hacía mucho que ya habían pasado. Poco después España concluiría la pérdida de sus colonias en el “Desastre del 98”.
Así, a pesar de que tanto el proyecto como el arquitecto fueron colmados de elogios, el monumento se abandonó como utópico y poco a poco se fue olvidando hasta casi desaparecer en la bruma de los años…
Alberto de Palacio y Elissague
La Ilustración Española y Americana, 1891
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Recreación del proyecto
(Revista "Muy Interesante", 2009)
Cien años después, en 1992, con motivo de la Exposición Universal de Sevilla y del quinto centenario del Descubrimiento de América, se presentó en la capital andaluza un proyecto bastante similar. Se trataba de la Esfera Armilar, de Rafael Trénor y José Antonio Fernández Ordóñez. En esta ocasión, era un enorme astrolabio de 92 metros de altura, pero también fue rechazado. En su lugar, la Sociedad Estatal del Quinto Centenario y la cooperativa PSV (Promoción Social de la Vivienda), acordaron la creación de esta nueva esfera en otra ciudad: Madrid.
Esfera Armilar
Se firmó la edificación de este monumento en el barrio de Valdebernardo con motivo de la construcción de nuevos pisos en la zona. Se quería dotar a la zona de espacios públicos, y por ello se proyectó crear un parque de 160 hectáreas, en el que habría, por ejemplo, un lago apto para deportes náuticos, pero lo que destacaría sería esta Esfera Armilar.
A través de este nuevo globo se podría ver el cielo, y en el centro de la esfera habría una representación de los planetas, comparando las expediciones a las colonias americanas con los modernos viajes espaciales. Por ello también se construiría un Museo del Espacio. Los visitantes se desplazarían por la esfera mediante ascensores y escaleras mecánicas.
Habrían sido 7.000 toneladas de peso de esfera, y habría costado 7.000 millones de pesetas, unos 42 millones de euros, pero finalmente la cooperativa de viviendas fue intervenida y acusada de fraude inmobiliario, con lo cual, los motivos económicos fueron de nuevo los que no permitieron la creación de una esfera conmemorativa en Madrid.
Una vez más, un proyecto de estas características no se pudo realizar, pero... ¿quién sabe si en el sexto centenario del Descubrimiento de América, allá por el 2092, algún arquitecto recuperará el monumento de Alberto de Palacio y los descubridores tendrán por fin su justo homenaje?
Fuentes:
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